Les compartimos el material, para el último día de la Novena en Honor a San Ignacio De Loyola: Ignacio va a pasar el resto de sus años en Roma, el incansable peregrino, a quien tanto tiraban los caminos, deberá quedarse a consolidar la naciente Compañía, que ya comienza a crecer con mucha generosidad. Pero antes sucede un evento con el que Ignacio ve confirmado su camino: es la famosa visión de la Storta.
Ignacio, en su preparación para decir su primera Misa emprende el viaje hacia Roma, quizá con algo de temor a causa de los problemas que podría tener con el Dr. Ortiz y con el Cardenal Caraffa (futuro Pablo IV) que vienen de vieja data. El hecho es que ambos –como se lee arriba- se muestran benévolos con Ignacio, de hecho, Ortiz llegará a hacer los Ejercicios.
Volvamos a la Storta: Ignacio venía pidiendo a María que lo pusiese con su Hijo, y es lo que se le confirma con esta experiencia espiritual que vive aquí: su camino es confirmado.

En Roma van a tener muchos conflictos de acusaciones e incomprensiones. Ignacio exigirá claridad y que se dicte sentencia: el buen nombre del grupo es necesario para el Apostolado, en el fondo, porque sabe que lo que se pone en juego es el Reino y para ello la transparencia es esencial. Esto va a iniciar una serie de proyectos apostólicos que Ignacio irá desarrollando en la Ciudad Eterna: su preocupación por el prójimo es enorme: va a abrir, por ejemplo, la casa de Santa Marta, buscando recuperar a las mujeres que viven en la prostitución. Irá consolidando a la incipiente Compañía, dará Ejercicios, su gran pasión. Tenemos, de los Ejercicios este testimonio final que nos deja el P. Cámara de que Ignacio le contó que no los escribió de un tirón, como si fuese un tratado espiritual, sino todo lo contrario: tomaba notas de lo que le pasaba interiormente a él y que creía que podía ayudar a los demás. Ignacio es un apasionado por comunicar su vivencia en tanto que pueda ayudar a los demás.