- BY Parroquia La Dolorosa
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En la solemnidad del Corpus Christi aparece reiteradamente el tema de la “memoria”: Recuerda el camino que el Señor, te ha hecho recorrer. No olvides a Yahvé, que te alimentó en el desierto con el maná, dijo Moisés al pueblo. Hagan esto en memoria mía, nos dirá Jesús. El Pan vivo que ha bajado del cielo, es el sacramento que nos recuerda la liberación del pueblo
de Israel de manera real y tangible y es el memorial del amor de Dios celebrado en la historia.
Recordar es esencial para la fe, como el agua para una planta, nos permite permanecer en el amor, es no
olvidar que Dios camina con su pueblo y que estamos llamados a amar.
En esta solemnidad, en medio de la desolación por el covid-19, el Señor sale a nuestro encuentro, es el Pan de vida; el Señor nos visita haciéndose alimento humilde que alienta y sana. Esta Eucaristía inspira en nosotros una memoria agradecida, porque nos
reconocemos hijos amados y saciados por el Padre; una memoria de libertad, porque el amor de Jesús cura las heridas del camino y mitiga el recuerdo del dolor sufrido; una memoria solidaria, porque en medio de la adversidad sabemos que Jesús acompaña y sacia la necesidad de tantos pobres hambrientos y enfermos por la pandemia.
En la Eucaristía, Jesús nos anima, nos dice que no se olvida de nosotros y cada vez que vamos hacia Él, nos conforta con su amor, nos recuerda que no estamos solos, sino que somos miembros de un cuerpo. Así como el pueblo de Israel recogía en el desierto el maná caído del cielo, así Jesús, Pan del cielo, nos convoca para recibirlo y compartirlo. El sacramento de la Eucaristía no es solamente un recuerdo de algo que ya pasó, sino que cada vez que la celebramos actualizamos la entrega del Señor en nuestras vidas.