29 Mar 2016

«Déjame pasar la vida a tu lado,
madre, mía,
acompañado de tu soledad amarga
y tu dolor profundo…!
¡Déjame sentir en mi alma
el triste llanto de tus ojos
y el desamparo de tu corazón.
No quiero en el camino de mi vida
saborear la alegrías de Belén,
adorando entre tus brazo virginales
al Niño Dios.
No quiero gozar en la casita humilde
de Nazaret
de la amable presencia de Jesucristo.

No quiero acompañarte
en tu Asunción gloriosa
entre los coros de los ángeles!

Quiero en mi vida las burlas
y mofas del calvario.
Quiero la agonía lenta de tu Hijo,
el desprecio, la ignominia,
la infamia de su cruz.
Quiero estar a tu lado,
Virgen dolorosísima, de pie,
fortaleciendo mi espíritu
con tus lágrimas.
consumado mi sacrificio con tu martirio,
sosteniendo mi corazón con tu soledad,
amando a mi Dios y a tu Dios
con la inmolación de mi ser».

(Del beato Miguel Agustín Pro, S.J.
Mártir jesuita mexicano 1891-1927)