Desde tiempos memorables hemos visto que los hombres han competido entre sí, para demostrar que son los mejores. Y es así que, en la actualidad, este mundo se ha convertido en una lucha constante por liderar y estar en la cumbre del éxito. El ámbito laboral, exige constante nuevos conocimientos, nuevas destrezas, para cumplir con los estándares de calidad que se piden.

Cada uno va demostrando y entregando lo mejor que tiene. Una de las mejores cosas y un regalo preciado que se entrega en el trabajo,  es el tiempo. Ese tiempo que das en una actividad específica, es algo muy tuyo, que se refleja cada una de las cosas que haces. Cómo estás haciendo tu trabajo, estás dando lo mejor, o simplemente estás ahí contando los segundos para que termine tu día. No hay mejor regalo que dedicar el tiempo a lo se ama. Así que cuestiónate: Cómo estás aprovechando las habilidades y dones que Dios te regaló. En la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios, podemos encontrar la respuesta a esta interrogante: “Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría”.