Eterno Señor de todas las cosas, yo hago mi oblación,
con vuestro favor ayudan, delante de vuestra Infinita Bondad
y delante de vuestra Madre gloriosa y de todos los santos,
que yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada, de
imitaros en pasar toda ignominia y todo vituperio y toda
pobreza, así actual como espiritual, queriéndome Vuestra
Majestad recibir en tal vida y estado.
San Ignacio de Loyola