Les presentamos una pequeña reseña de la experiencia vivida por el P. Iván Lucero, en la visita a Pedernales el pasado lunes 30 de mayo.
No es fácil poner por escrito lo vivido ayer en Pedernales al mes y medio de la tragedia. Impacta ver a una ciudad asolada que intenta ponerse en pie con muchas dificultades; el estado de desconcierto que reina entre sus pobladores por la ausencia de una reconstrucción planificada, y la incapacidad de aprender la dura lección del pasado 16 de abril, al repetirse el caos urbanístico.
Cuánto nos habría gustado conocer la existencia de una propuesta de reconstrucción para saber el rumbo que Pedernales tomaría en los próximos años. Pero, lo que vimos fue el resurgir de algunas actividades comerciales dentro de las necesidades de la gente humilde que necesita ganar el pan diario para sus familias. Al cabo de mes y medio abundan los comentarios o suposiciones de lo que podría pasar u ocurrir en los meses próximos, mas todo queda en el campo de lo incierto.
Esto complica la ayuda que cualquier institución pueda brindar a tantas familias que lo han perdido casi todo: casa, trabajo y sentido de pertenencia a una ciudad que ya no existe.
Con el pasar de las semanas y meses la situación de las familias que viven en albergues o campamentos de emergencia se torna un calvario por las penurias a las que se sienten sometidas. El polvo, calor, mosquitos, lluvias e inseguridad los obliga a buscar viviendas que les brinden seguridad y estabilidad para algunos años.
Con la guía del P. Denny Monserrate visitamos Coaque, una población ubicada ocho kilómetros al sur de Pedernales, que sufrió los embates de terremoto. Casi toda la población vive en carpas o campamentos esperando el momento de demoler sus casas o reconstruir las ya caídas. Luego nos dirigimos a La Chorrera, pequeña población pesquera que será reubicada unos trescientos metros tierra adentro para evitar los golpes del embravecido mar. Allí vimos un situación similar de viviendas emergentes para las familias que esperan una solución definitiva o de mayor perdurabilidad. Luego, Rommel Martínez, coordinador del Grupo Juvenil visitó el barrio Buenas Peras en Pedernales que perdió unas quince viviendas en donde podríamos construir viviendas emergentes o de otro tipo.
En síntesis, el trabajo que enfrentamos es inmenso por las necesidades reales de muchas familias; la ausencia de una propuesta de reconstrucción que brinde luces por donde caminar en conjunto, y la severa crisis económica que afecta a Pedernales. Pedimos con fuerza al Señor que nos sostenga con su amor y gracia en todo momento para seguir adelante con nuestra tarea.

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