Eliges la oración, pides el fruto que quieres que te dé Dios, en esa oración.

El primer modo hay que profundizar  en cada una de las palabras, y traer a la  mente todo lo que se relacione con esa palabra

El segundo modo es sentir las palabras con el tiempo que dure tu respiración, pensando en esa palabra, inhalas y al exhalar continuas con una nueva palabra.

Siempre hay que pedir al inicio de cada oración, le pidas a Dios lo que realmente necesitas, desde


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Médical

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lo que realmente eres, porque ante Dios no valen las caretas.

Al final examinas si esto que te parece  la respuesta de Dios te da esperanza, te moviliza para bien, te hace sentir más amado o con capacidad de amar a otros  y te hace confiar en él, sino hay que discernir si no nos estamos engañando o el mal espíritu nos está engañando.