Te compartimos el material, para el séptimo día de la novena en honor a San Ignacio de Loyola: “Y así se partió para París solo y a pie, y llegó a París por el mes de febrero, poco más o menos; y según me cuenta, esto fue el año de 1528 o de 27. Púsose en una casa con algunos españoles, y iba a estudiar humanidad a Monteagudo. Y la causa fue, porque, como le habían hecho pasar adelante en los estudios con tanta priesa, hallábase muy falto de fundamentos; y estudiaba con los niños, pasando por la orden y manera de París. Por una cédula de Barcelona le dio un mercader, luego que llegó a París, veinte y cinco escudos, y estos dio a guardar a uno de los españoles de aquella posada, el cual en poco tiempo lo gastó, y no tenía con qué pagarle. Así que, pasada la cuaresma, ya el peregrino no tenía nada de ellos, así por haber él gastado, como por la causa arriba dicha; y fue constreñido a mendigar, y aun a dejar la casa en que estaba… En este tiempo conversaba con Maestro Pedro Fabro con Maestro Francisco Javier, los cuales después ganó para el servicio de Dios por medio de los Ejercicios. Ya por este tiempo habían decidido todos lo que tenían que hacer, esto es: ir a Venecia y a Jerusalén y gastar su vida en provecho de las almas; y si no consiguiesen permiso para quedarse en Jerusalén, volver a Roma y presentarse al Vicario de Cristo, para que los emplease en lo que Juzgase ser de más gloria de Dios y utilidad de las almas. Habían propuesto también esperar un año la embarcación en Venecia y si no hubiese aquel año embarcación para Levante, quedarían libres del voto de Jerusalén y acudirían al Papa, etc.”
(Gonçalvez da Câmara, Luis. Autobiografía. n. 73, 82 y 85).